Remembranzas de mis viajes por el interior de mi querido país... Perú. Conocer mi cultura y mis raíces, mis costumbres y folclore, la extensa flora y la abundante fauna, me hacen sentirme extraordinariamente identificada con mis raíces...

Plaza del Valle interandino de Tipan

Plaza del Valle interandino de Tipan
La diversidad natural de la Sierra - Arequipa - Perú

Auquénidos posando para la foto

Auquénidos posando para la foto
La fauna en la sierra de Arequipa... auquénidos de diferentes especies

Iglesia en un anexo de Orcopampa - Arequipa - Perú

Iglesia en un anexo de Orcopampa - Arequipa - Perú
Pintoresca iglesia en Orcopampa, en una población que pareciera se hubiera detenido en el tiempo - Orcopampa - Arequipa - Perú

Iglesias en Orcopampa - Arequipa - Perú

Iglesias en Orcopampa - Arequipa - Perú
Los templos que perduran en el tiempo, como muestra de nuestras creencias religiosas

miércoles, 19 de octubre de 2016

¿Es en serio o en serie?

La guerra que actualmente se vive es despiadada y se ha generalizado en todo el planeta tierra globalización– y no sólo mata físicamente, sino que mata lo más importante que tenemos –mata el alma, la alegría, los sueños–, deja  a las personas en un  estado de profundo vacío y soledad que lleva a la desesperación.
En la sociedad actual hay una plaga que penetra en las mentes de los seres humanos como un virus, esta se podría llamar “la guerra de IDEOOLOGÍAS”, dónde el relativismo hace de las personas títeres que creen tener su propio concepto cuando en realidad sólo repiten lo que los medios les dicen en mensajes subliminales, dónde el camino recto o el torcido es lo mismo y lo bueno o lo malo es totalmente relativo con el pretexto: “es mi punto de vista”, “respeten” ¿respeten? Las cosas ya no se llaman por su nombre se les ha dado un sentido abstracto dónde cada cual elige como llamarlas. En aras del respeto las personas se atropellan unas a otras insultándose, creándose una cultura de lo indefinido, de lo acomodado.
Es una verdadera plaga la que azota nuestro planeta poblado de seres que creen que su pensamiento es de ellos mismos sin darse cuenta que nos bombardean a cada instante con la información que seleccionan para convertirnos en robots de carne y hueso, dejando en nuestras mentes ideas que calan hondo en nuestro ser y se convierten en parte de nuestra vida cotidiana.
La ideología de género, dónde en favor del alto a la violencia y la intolerancia, destruyen ciudades y violentan a las personas cuando no están de acuerdo con ellos… ¿Quiénes son los intolerantes?, dónde un bebé al cual hace algunos años atrás se le esperaba con tanto amor y dedicación ahora ¡no se sabe desde cuando es humano!
Estamos viviendo tiempos en los que una ola cultural, filosófica y cuasi religiosa llamada nueva era ha calado tan hondo en los corazones de las personas, que dicen que estamos viviendo en un nuevo tiempo donde la energía es la que rige nuestras vidas y nos convertimos en una especie de Dios donde cada quien forma su propia verdad, no existe la religión porque todas dicen lo mismo y tenemos muchas oportunidades de reivindicarnos de los errores cometidos en vida ¿porque nos reencarnamos en muchas vidas hasta llegar a nuestra perfección? Muchos caen en esta ola y se ahogan.
Y ni que se diga del hedonismo, en el que “si eres feliz… hazlo” ¿dónde quedó la conciencia de la justicia, la honradez, de lo correcto? En aras de esta ideología, muchas familias han sido destruidas por que uno de los cónyuges dejó ¿de amar? al congénere con el que prometió quedarse hasta el fin de sus días no importando pobreza o enfermedad, etc. O dónde el egoísmo o individualismo destruye las almas y las lleva a la soledad y al vacío.
¿Y la cultura del consumismo? en la que se descarta las personas como si fueran objetos. Cuando se habla de eutanasia y no se permite hablar del tema por su nombre “Suicidio asistido”, qué más da tenemos el poder de decidir quién se queda o a quien se le despacha a la otra vida, ¿porque somos modernos? Sería interminable mencionar lo que ha provocado esta cultura del descarte, desde nuestra casa común que es nuestro planeta que lo estamos destruyendo hasta cada parte de vida que desechamos y dónde sólo prima lo material.


Recuerdo las películas de ciencia ficción que veía de niña y adolescente –esas que hicieran que escoja la carrera profesional que hoy tengo–, no se acercaba en lo más mínimo a lo que veo ahora. Eran carros voladores, conversaciones que acortaban distancias en pantallas de tv. Tablas que cambiaron sus ruedas por propulsores que las hacían volar, pero dónde las personas sabían a ciencia cierta lo que era bueno y lo que no.
Después las películas de ciencia ficción apuntaban a que las personas eran convertidas en esclavos de sus gobiernos que les implantaban nano chips en sus cerebros y que permitía a los poderosos gobernar sus mentes, sus pensamientos, sus ideales, convirtiéndolos de manera muy sutil en robots de carne y hueso.
¿Nano chips?, que ironía los nano chips implantados no son más que ideas sembradas en los seres humanos a través de los medios de comunicación, el internet con su bombardeo de información, etc. son incursiones sin permiso en nuestras mentes en las que nos envían mensajes subliminales de que tenemos que comprar, como tenemos que vestir, que tenemos que comer o en su defecto como tenemos que pensar. Estamos siendo editados en serie al más puro estilo de un texto en Word con su diccionario de corrección, o un texto editado en las redes sociales porque me equivoqué.
¿Es en serio o es en serie? ¿Que si las máquinas iban a conquistar el mundo?como se fantaseaba en la películas de ciencia ficción– demasiado para ser vedad, los seres humanos transformados en máquinas de desecho con nuestros pensamientos en serie implantados sin nuestro consentimiento es lo que ha sustituido a las máquinas.

¿Hay esperanza? Claro que hay esperanza, mientras haya vida hay esperanza. Elegir lo correcto, los valores, no dejarse influenciar. Escoger que ver y que no, que leer, si me doy cuenta que me está confundiendo dejarlo de lado. Por nosotros por nuestros hijos y las nuevas generaciones.